Se curtió en la valentía y el arrojo contra los rifeños. Se llamaba Antonio Castejón Espinosa y entregaba su vida a cada instante para defender a España frente a esos criminales. Él era comandante, Yagüe el teniente coronel, para mí el mejor militar de aquella contienda capaz de enfrentarse con el mismísimo caudillo como cuando esa disyuntiva entre Toledo y Madrid. Pero ganó el insoportable bilaureado Varela. Castejón sobresalió por tantas virtudes de eficacia militar, rodear una población con astucia como hizo en Talavera para que entrasen sus legionarios (una medalla militar individual). Castejón era un militar que cumplía con el deber que le asignaba el mando y lo cumplió como nadie, como el mejor. En la difícil batalla del Ebro mandó a sus legionarios, con él al frente, a las más peligrosas misiones militares (la cota 261).
Y antes de todo eso, hizo lo mejor que pudo haber hecho, recién llegado a Sevilla, acabar con esa mafia de asesinos comunistas que mataban por placer y por odio. Hizo lo mejor que pudo y lo hizo muy bien, porque en se tiempo no podía dejar asesinos sueltos para que repitieran una y otra vez sus fechorías y crímenes. Entró en Badajoz con la orden directa de Yagüe, cumpliendo con su deber, tras dejar atrás a cientos de legionarios de su bandera, muertos por disparos de los rojos desde las alturas, pero sus legionarios le echaron “huevos" y consiguieron entrar. Imagino que habría juicios sumarísimos contra el enemigo y fusilamientos, a salvo la salvajada de Jay Allen con tal de ganar lectores, y del portugués pagado, sobre la plaza de toros en la que ya sólo creen los imbéciles. Qué menos.
Sin duda fue uno de los grandes y valientes militares del siglo XX. Pero hoy, la derecha sevillana a la que le salvó la vida, lo expulsa contra derecho de la medalla de la ciudad. Quizá mejor así. Pero eso sí, la derecha cobarde del PP sevillano, del Ayuntamiento sevillano innoble y miedoso, se ha sumado a los comunistas y socialistas que jamás podrán perdonarle que evitase, con su llegada a Sevilla, que siguiesen con sus crímenes sucios en esta ciudad. Así pasó y así lo cuento.
y en todos los demás pueblos donde acudió mi General en defensa de pobres inocentes.

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