domingo, 22 de marzo de 2015
URNAS
Yo no diré eso de que “el mejor destino destino de las urnas es romperlas”, como afirmó en un ataque de desesperanza el mejor soñador que tuvo este pueblo. Sí es cierta mi repugnancia por ese circo y por eso apenas he votado (una vez a un compañero de facultad que iba para Presidente de la Junta -ante su ruego-, otra vez a otro, amigo y compañero de facultad que salió alcalde y otras veces por pasar la mañana diseñando un bonito voto nulo - comoel voto a ese bonachón, funcionario judicial, que iba a votarlo en serio y al final se me escapó escribir en la papeleta: gordo... qué buena gente eres).
Pero esta vez había que votar, por razones que ni yo entiendo. Y llevaba días enfrentando la razón y el corazón. La razón me animaba a votar a los ciudadanos, que por lo menos carecen de antecedentes penales. Jamás a una formación que presenta como adalid a un individuo expulsado de la carrera judicial por prevaricador.
Pero al final pudo el corazón y en un alarde de romanticismo del que me alegro, voté a los azules, a esas 22 personas, hombres y mujeres de Sevilla, que se ofrecieron alegre, poéticamente a ofrecer sus nombres. No conocía a casi nadie, deben de ser muy jóvenes y yo ya he cumplido los 57 años, pero sí que me llamó la atención que entre los candidatos figurase un chaval que cuando era pequeño, defendí como acusador ante una agresión que sufrió. Ya por él me habría merecido la pena el voto.
Esta mañana hablaba con mi camarada David por el face y le insistía en Baler, esos valientes que cuando le preguntaban lo absurdo de su hazaña respondían “Seguimos aquí para que sepan que existimos”. Esta mañana no había papeletas del Partido Radical, de la CEDA, del Partido Albiñalista, de la Comunión Tradicionalista (esos inmensos patriotas). Pero estaban los de Baler, más de 80 años después, pregonando que existen, que existimos.
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