viernes, 25 de septiembre de 2015


NOSOTROS, LOS AZULES.
Muchos podrán afirmar, aproximándose a cierta verdad, que se trata de un poso de poetas, románticos o incluso locos, que se atreven a desafiar al mismísimo siglo veintiuno. Pero, por ahora, sólo los más sagaces entienden de qué va esto, este vestigio –que para ser minoría es muy numeroso, y que para ser multitud es aún pequeño-, pues eso, este rastro de un sueño que no se acaba de borrar para muchos –por miles, que algo ya es- mujeres y hombres que siguen creyendo en su Patria a rabiar, como unos adolescentes enamorados del más bello de los amores.
Siguen un mensaje que se lanzó hace ya muchos años por un hombre prodigioso, y los que se aproximaron a él, y por unos jóvenes entusiastas y dispuestos a dar la esencia por la existencia: la existencia era la misma vida, que entregaron como sacrificio, y la esencia era una España que amaban porque no les gustaba. Dentro de casi quince años hará cien de aquel increíble episodio de la historia, cuando la misma historia se tiñó de azul. Pero a esos jóvenes necesitados de nuevos campamentos se les inoculó desde la misma adolescencia una idea nueva y lejos, muy lejos “de los sombrajos de la derecha y de la izquierda”.
Fue cuando llegaron, llegamos, ellos/nosotros, los falangistas. Dispuestos a la intemperie, al ruido, a la persecución y a la muerte –esas vidas que tantos y tantos entregaron en tiempo de persecución y odio-. Me siento muy orgulloso de ellos, ninguna ley desmemoriada me quitará ese orgullo, porque eran como yo, como nosotros, ese puñado de españoles que sigue soñando y protestando, esos soñadores de antaño que tanto han dejado en nuestra memoria.
Una vez, hace años, cuando definirse como falangista era aún más peligroso que ahora por las connotaciones sociales y profesionales que tal calificativo pudiera producir, pues una vez, iba diciendo, un reconocido derechista sevillano me propuso, por supuesto que de buena fe, dejar mi sueño, mis muertos, y mi mismísima memoria, para ingresar en uno de esos partidos de derechas de la transición que ahora son poder. La clave, según él, era que la Patria, nuestra maravillosa España una, la defendería igual allí o aquí, aquí en mis sueños. En ese tiempo olvidaba que nuestro sueño, el de los falangistas, iba mucho más lejos que la Patria, con ser tan importante. Que nuestro sueño era, como dijera José Antonio, el de la Patria el pan y la justicia para todos, pero “preferiblemente para aquellos que no creen en la Patria porque carecen del pan y de la justicia”. No lo entendía, claro, pues era de derechas. Me parezco al Principito contando estas cosas, pero todo es verdad. El pobre hombre, en su buena fe, pensaba, sin haber leído un ápice de la obra de José Antonio, que nosotros, los azules residuales de aquella leva del franquismo, estábamos llamados a ser esa tropa que volvería a desfilar ante “los fantasmones de la derecha encaramados en el poder”.
En vano le dije en ese entonces que no había Patria sin justicia. En vano le dije que después de tantos años seguíamos soñando con una revolución que llevara a los españoles a la justicia social. Quizá no era la revolución que pregonaban entonces aquellos lejanos camaradas. Pero para nosotros, los azules, seguía siendo necesaria una revolución, una redistribución social, sacando como fuera de la marginalidad y de la miseria –material y moral- a tantos compatriotas. Sin esa premisa, era inútil reivindicar la Patria. Es más, era hasta agresivo para los españoles en la miseria y hasta para la mismísima Patria. Por eso, y por muchas cosas más, le dije a aquel amigo que me hablaba desde la buena fe que no tenía sitio entre ellos y me refugié definitivamente en mi bufete, mis lecturas y mis recuerdos. Y ahí sigo.
Y me alegro; me alegro mucho, porque desde mi independencia, puedo seguir exigiendo justicia social, y grandes cambios que ningún gobierno propone, pero que en la que nosotros, los azules, seguimos insistiendo. Desde esta distancia puedo seguir acogiendo a muchos jóvenes que se nos acercan, y dejarles mi lamento y decirles que en esta trinchera nada es fácil, pero todo es bello. Que es cierto que seguimos con un sueño maravilloso pero difícil. Pero no se arredran porque saben que nuestro sueño será loco pero no ha caducado. Porque desgraciadamente seguimos viviendo la misma España miserable poblada de bellacos, como en aquel entonces. En ese tiempo se llamaban terratenientes y banca. Ahora se llaman banqueros, políticos corrompidos y yernos de cualquier pelaje. Ahora tanta España corrompida
Por eso estamos juntos mucha gente: los de ayer y su memoria, y su ejemplo y su sueño que tantos años después sigue estando entre nosotros; los de hoy, que no somos pocos –aunque seamos pocos miles en una elecciones celebradas a la medida de los grandes, “pro domo sua”-. Y los de mañana, esa tropa de azules que no desaparecerá. Y seguirá entre nosotros: nosotros, los azules.

José Manuel Sánchez del Águila Ballabriga

martes, 21 de julio de 2015


QUE VIENE LA IZQUIERDA.
Una derecha débil, acobardada y vulnerable. Un Partido Popular despreciando la miseria de buena parte del pueblo español, como si no fuera con ellos, sin políticas de sanidad social, de higiene política, aparcando en la miseria y la penuria a millones de personas que acuden cada día a comedores sociales viviendo tristemente de la caridad. La derecha cosechando hasta el desprecio de los propios, de la clase media, la más castigada con impuestos y otras afrentas mientras financiaba a la banca corrompida y estimulaba la elusión fiscal de los más poderosos.
Pues esa derecha que nos ha impuesto esta absoluta injusticia durante años ( y no me vale lo de la crisis) es la misma que ha propiciado la próxima formación (ya en muchos casos real) de una izquierda en la que ha vuelto a creer un pueblo olvidado por sus gobernantes, enfangado en la miseria. Aquellos lodos traerán estos terribles fangos. Y vendrán los liberticidas, los ignorantes, los ya corruptos, aún más miseria para este pobre pueblo, todo eso que propició una derecha esencialmente injusta. Mientras, los escasos patriotas pelean aún entre sí. Un panorama desolador. Pero es lo que hay.

sábado, 11 de julio de 2015


No se enteran, no saben. Ya en el anterior Ayuntamiento (que se debería de suponer más exhaustivo cumplidor de la atroz ley de la antihistoria) se les escaparon muchos detalles. Hace años, y creo que son más de diez, asistí a la entrega por parte de mi Colegio profesional de un diploma por mi pertenencia al mismo 25 años desde mi incorporación.
En ese acto, que presidía mi decano, estaba presente el inolvidable (lo de inolvidable es cierto) alcalde socialista de Sevilla, Don Alfredo Sánchez de Monteseirín (y no es que pertenezcamos al mismo clan de los Sánchez: Sánchez Gordillo, Sánchez de Monteseirín, Sánchez del Águila) y ya con la copa tras el café me presentó mi decano al entonces alcalde pues quería saber de cómo iba el caso de un concejal suyo (un honrado concejal, añado) al que yo defendía en un caso llamado de “facturas falsas” del que afortunadamente resultó bien parado. Del tema poco podía hablar por discreción y secreto por lo que mi decano me dijo que Alfredo había propuesto rotular a la plaza de nadie que existe entre la Audiencia y los juzgados del Prado, “Plaza de los letrados de Sevilla”.
Al hilo de esa conversación tuve el atrevimiento de decirle: me parece magnífica la idea, aunque no tanto rotular la plaza de la Delegación de Hacienda con el nombre del sinvergüenza y ladrón Indalecio Prieto, socialista por supuesto. Ante su rictus de malestar ante mis palabras, insistí del modo más irónico posible: ¡Pero se os escapan las mejores, Alfredo, que detrás de los juzgados tienes un verdadero santuario “fascista”, según decís vosotros¡; calle Manuel Vázquez Sagastizábal (Medalla Militar individual en la guerra de Liberación); Ignacio Benjumea, que no es por nada de Abengoa (que es por el chaval falangista que primero cayó muerto el sábado 18 de julio de 1936 en Sevilla); la misma calle cerca del Bar Nuria llamada Capitán Vigueras quien participó con entusiasmo en la sublevación civil-militar contra las atrocidades republicanas, (génesis del criptosocialismo sevillano -despacho de Felipe, Aurora etc-); ya más lejos, en la Macarena, la calle Manuel Mateo, Jefe Nacional de los sindicatos falangistas durante la república. Por supuesto, esas calles permanecen, de momento.
Y el colmo de los colmos: hace unos días, cuando acompañaba a una amiga y clienta para solicitar el beneficio de justicia gratuita a fin de recurrir un acuerdo municipal unánime de origen comunista pero que salió adelante gracias al apoyo expreso de la derecha sevillana (del mismo PP, aunque parezca mentira), por el que le sustraían a su abuelo la medalla de la ciudad -un Capìtán General que ayudó con todas las tropas a su mando a los sevillanos en las inundaciones de 1958 y 1961, taponando brechas y llevando alimentos a la población aislada) le enseñé a esta nieta del elegante comandante y luego gran general una placa encriptada que está en la misma entrada de la Audiencia Provincial de Sevilla y que se refiere al mismo Edificio, que fue construido “siendo Jefe del Estado el Excmo. Sr. Don Francisco Franco Bahamonde.
La tranquilicé diciéndole: están locos, le quitan la medalla a tu abuelo y dejan que el edificio de la justicia recuerde al mismísimo Franco. (Por cierto, recordé esta circunstancia -la verde lápida entrando a la derecha- a dos presidentes de la Audiencia, uno de ellos luego fue miembro de CGPJ a propuesta socialista, pero parece que ninguno se enteró, por lo que allí sigue). Nosotros, de momento, hemos recurrido lo de la medalla sustraída.

domingo, 24 de mayo de 2015

GENERAL CASTEJÓN


MI GENERAL
Entre el acuerdo del pleno del Ayuntamiento de Sevilla de 13 de julio de 1961 y entre los méritos para la concesión al Excmo. Sr. Capitán General de la II Región militar, don Antonio Castejón Espinosa, figuraba esto que la derecha popular sevillana ni se molestó en buscar con tal de quitarle la medalla uniéndose a la propuesta de los comunistas asesinos en aquellos tiempos. Esto se lee en la hemeroteca del ABC de Sevilla
“Mas se dio la feliz circunstancia de que el mando designara para desempeñar la Capitanía General de esta Segunda Región al Excmo. Señor Teniente General Don Antonio Castejón Espinosa, y esta jefatura le brindó ocasiones para hacer ostensible su identificación por la ciudad y su amor a Sevilla, prestándole servicios inestimables, como aquellos que hubo de disponer y dirigir con ocasión de pasadas inundaciones, en las que las fuerzas a sus órdenes... y poniendo a disposición del Ayuntamiento abundania de elementos y suministros, asistieron con el mayor celo y el más noble afán al vecindario en aquellos días tan penosos y agobiadores, especialmente para los habitantes de los suburbios... Va a cumplir la ciudad hoy una deuda.”

Y va Zoido y sus cobardes conmilitones, y se pasa esto por los cojones, vulnerando flagrantemente el artículo 6 de la Ordenanza Municipal de distinciones que dice que reconoce especialmente este mérito del General Castejón. A tus órdenes, mi general.

sábado, 9 de mayo de 2015

ESPAÑA

Ayer recibí un mensaje desde Madrid, por facebook, de mi sobrina Marina, que proclamaba que qué bonita es España. El amor inmenso que le profesamos todos los españoles de bien es evidente; nos enamora el Tajo, el valle del Jerte; las playas de levante de Cádiz, para qué seguir, todo nos embauca y nos emociona.

Pero España es mucho más que una geografía; es un "proyecto sugestivo de vida en común”, como dijo aquel grande que nos mataron (que mataron al ruiseñor porque quería cantar). Y tenemos que conseguir eso, con cautela, moderadamente, hasta convencer a los que no creen en eso, de izquierda o de de derecha. Con ello, en España al fin habrá y se cumplirá el sueño de una verdadera justicia social. La Patria y la justicia, eso a lo que de momento aspiramos unos cuantos.

Ya es mayo, que también es bonito, como la España que me mandó ayer mi sobrina.

domingo, 3 de mayo de 2015

MI GENERAL

Acabo de llegar de un precioso viaje en el que mi ahijada hacía la primera comunión. Pero he andado lejos de este mundo durante estos días, lo justo para indignarme por la brutalidades que se han dicho de mi General, al regreso. Dicen lo que que les interesa. Nadie habla de las miles de vida que salvó, pero ya sabemos, la izquierda gana por su gallardía y la derecho con el traje con muchos manchones de cobardía. El jueves, antes de salir de viaje, mandé a la redacción de “ EL Mundo” una carta del fugado Alfonso XIII en la que se entusiasmaba del valor  y grandeza del comandante Castejón “para la victoria final", al que ahora la obscena derecha sevillana le quita la medalla contra toda la legalidad. Pero no se la quitarán al cobarde monarca que se escapó en plan “Lute”, por Cartagena”, como otros huyeron de los elefantes.

Mi General salvó vidas y si tuvo que ajusticiar a los asesinos, no tenía más remedio. Pronto escribiré un relato sobre él (o en el que sale él) y sabremos de un hecho histórico, cierto, ante  tanta mentira. Siempre estaré de su parte.